La asociación civil ubicada en la ruta Provincial 1, en Viedma, es la primera en recibir la habilitación de Salud en la provincia.
Por Fernando Manrique
fmanrique@noticiasnet.net
El Centro Hípico la Esperanza nació en 2014 de la mano de Ivana Souble y está ubicado en el kilómetro 18,5 de la ruta Provincial 1, en Viedma.
Hoy es noticia porque se convirtió en el primer Centro de Equinoterapia en recibir la habilitación del Ministerio de Salud de Río Negro, lo que significa un puntapié para otras instituciones de esta talla.
La equinoterapia, según la Ley Provincial 5051, es una disciplina integral complementaria de las terapias médicas tradicionales, para la rehabilitación de discapacidades, mediante el uso de un caballo apto, certificado y debidamente entrenado.
Mediante la Resolución 5981 del Boletín Oficial emitido en noviembre de 2018, se exige una compleja infraestructura, un equipo de profesionales multidisciplinario, que se garantice la seguridad y la sanidad de los animales y la cobertura de las obras sociales con una certificación médica.
También se solicita que el establecimiento cuente con la Dirección Técnica de un Equinoterapeuta que avale su formación con certificados de cursos de una duración mínima de 175 horas cátedra y otros puntos.
Transformación en los pacientes
En diálogo con Noticias, Souble contó cómo fueron sus inicios: “Yo montaba, hacía salto y me fui a Buenos Aires a hacer mi carrera. Llegué a la equinoterapia a través del voluntariado, que es la manera que yo propongo. Cuando terminé mi carrera y volví para acá en 2014 todavía no se llevaba la actividad de la manera en la que yo la había conocido y me la habían enseñado. De ahí surgió la idea de hacerlo en la Comarca, porque veía cosas muy fuertes, a mí me impactó muchísimo ver los avances, una cosa es que te lo cuenten y otra cuando lo ves”.
Completó en el mismo sentido: “Compré a mi yegua Esperanza, de ahí el nombre, y empecé a armarme con capacitaciones, me enfoqué más con la terapia y me largué con la monta adaptada”.
Remarcó asimismo: “Al poco tiempo, llegó Roco, un nene de 8 años con síndrome de Down súper tímido. Me acuerdo que venía y se tapaba atrás de la mamá para hablar conmigo. Cuando se subió al caballo era un niño súper desenvuelto, que me hablaba a mí y no a través de la madre y empezamos a trabajar con él. Cuando vi todo lo que había logrado con él en un mes de trabajo dije ‘Es por acá lo que tengo que hacer’. Desde ahí arranqué a buscar voluntarios y estuve más segura”.
Los pacientes son a partir de los 6 meses en adelante, siempre que tengan el parte médico correspondiente, y son por derivaciones o particulares de forma independiente. En total hay 30 chicos en equinoterapia y otros 40 en terapias recreativas.



